“Me dijeron que no era mujer”: Crónica de una noche de tortura en Naucalpan - Cronista de Naucalpan

Cronista de Naucalpan

Informa y Describe Hechos

Más Noticias

lunes, 28 de julio de 2025

“Me dijeron que no era mujer”: Crónica de una noche de tortura en Naucalpan

 



Redacción | 28 de Julio de 2025


Cronista Noticias


NAUCALPAN, Estado de México. — Todavía no amanecía cuando Michelle Cano Hernández, conocida entre sus compañeras del Toreo como La Rocker, sintió que el infierno le mordía la piel. Eran las 4 de la mañana del sábado 26 de julio cuando su rutina de trabajo —como tantas otras noches en la frontera entre la vida y la marginalidad— se convirtió en una escena de terror.

Aquella madrugada, Michelle no imaginó que intervenir para defender a un joven —que acompañaba a otra trabajadora sexual— la convertiría en objetivo directo de quienes, irónicamente, deberían protegerla: los policías municipales de Naucalpan. “Ni siquiera sabía quién era el chico, pero vi que lo querían subir a la patrulla sin razón y me metí. Ahí empezó todo”, relata aún con voz entrecortada.

Fueron dos elementos los primeros en llegar. Pidieron refuerzos. Luego vino la brutalidad. Michelle fue sometida, subida a una patrulla en contra de su voluntad. “Me resistí, pero me golpearon. No me importó. No iba a permitir que se lo llevaran así nada más.”

Ella y el joven fueron trasladados a un lugar oscuro y apartado: “detrás de una fábrica, cerca de San Pancho”. Ahí, el horror se desató. Michelle escuchó primero los gritos del chico. Después, vinieron los suyos.

“Una policía mujer me agarró del cabello, me decía que no era mujer, que era un cabrón, que nunca iba a serlo. Me picaba con una navaja en el pecho, me daba toques en el pene. Me decían que así iba a aprender, que me odiaban, que valía madre por lo que soy".

Los golpes no cesaban. Le pegaban con la cacha de la pistola, le arrancaban mechones de cabello. Mientras tanto, la amenaza iba creciendo. “Me dijeron que ya sabían dónde vivía, que sabían cuántos hijos tengo, con quién vivo, el nombre de mi madre… que si abría la boca, me iban a matar. Y no solo a mí. A todas mis compañeras".

Michelle lo cuenta con el cuerpo temblando y los ojos perdidos en el recuerdo. Asegura que la tortura duró varios minutos. Perdió la noción del tiempo. No podía gritar más, no podía resistir. “Me vencieron físicamente, pero no me van a callar. Esto no fue un abuso aislado. Esto es lo que vivimos quienes trabajamos en la calle, todos los días, con la mirada de todos volteando hacia otro lado".

La impunidad en Naucalpan —dice— tiene uniforme, y su violencia es selectiva: ataca a quien no encaja en lo que llaman “normalidad”. El cuerpo de Michelle, golpeado y humillado, es ahora testimonio de una realidad que muchos prefieren ignorar: la tortura y la transfobia institucionalizada que acecha en las calles mexiquenses.

“Esto es transfobia, es tortura, y es intento de feminicidio. ¿Qué esperan para que nos escuchen?”, concluye con voz firme.

Hasta el momento, ni el gobierno municipal de Naucalpan ni la policía local han emitido declaración alguna. Pero Michelle no está sola. Colectivos de derechos humanos ya la respaldan y exigen una investigación inmediata, medidas cautelares y sanción a los responsables.

La madrugada del 26 de julio dejó una cicatriz más en un municipio donde la justicia parece tener favoritos, y el abuso de autoridad sigue actuando con licencia para torturar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Bottom Ad

Responsive Ads Here

Pages